Artículo por el Dr. Leonardo Proaño Flores, Pediatria del Hospital de los Valles.
Las hernias en los niños se presentan como un pequeño bulto en el ombligo o en la ingle. Pueden ser umbilicales o inguinales. Se resuelven con una operación sencilla pero es vital que los padres reconozcan los síntomas de una hernia para que el niño reciba tratamiento oportuno.
Se trata de un defecto en la pared abdominal, debido a la persistencia de un orificio que debía haber cerrado antes del nacimiento. Cuando una parte de un órgano, como un asa de intestino se introduce en este defecto, aparece como un bulto o protuberancia.
¿Dónde se localizan? Con mayor frecuencia en la ingle y en el ombligo. Durante la gestación, los testículos de un bebé varón se desarrollan dentro de su abdomen y poco antes del nacimiento bajan por medio de un conducto al saco escrotal. En cambio, en las niñas, los ovarios descienden a través del canal inguinal hacia la pelvis. En ese momento, el canal que va a través de la pared abdominal debería cerrarse para evitar una hernia.
¿Cuál es la causa? Las hernias en los niños son congénitas, es decir, se trata de aberturas normales que no se cerraron en su debido momento. Son raros los casos de hernias por esfuerzo que, generalmente, ocurren en adolescentes deportistas, en quienes un punto débil de la pared abdominal protruye (parte de un órgano que se desplaza hacia delante o sobresale de sus límites normales, de forma natural o patológica).
¿Cuáles son los síntomas? El principal es la presencia de un bulto en la zona donde se encuentra el defecto y se hace prominente durante un esfuerzo físico o con el llanto. Muchas hernias se presentan con dolor y provocan falta de apetito. Un signo de alarma es cuando el abultamiento se vuelve duro, doloroso y no regresa a su estado normal.
¿Existen riesgos? Uno de ellos es que el intestino quede atrapado en la hernia y no pueda regresar a su sitio de origen; entonces, se convierte en una emergencia porque el tejido puede estrangularse y sufrir isquemia (falta de circulación) y provocar consecuencias graves.
¿Cuál es el tratamiento? Si se trata de una hernia inguinal, el tratamiento es quirúrgico e inmediato porque nunca se cierra en forma espontánea. Además, tiende a hacerse, cada vez, más grande. En cambio, las hernias umbilicales tienen alta probabilidad de cierre espontáneo hasta los dos años; si persisten más allá de esta edad o si son grandes (más de 1 cm de diámetro) deben ser intervenidas
inmediatamente sin importar la edad.
¿En qué consiste la cirugía? Se trata de una intervención ambulatoria: el niño sale a su casa el mismo día de la cirugía. El pequeño debe acudir al hospital con su estómago vacío por seguridad. En este caso se utiliza anestesia general, inicialmente por vía inhalatoria. Al niño se le colocará una vía venosa para infusión de líquidos y algún medicamento en caso de dolor. El proceso consiste en cerrar el orificio por donde protruye el contenido herniario. En general, las heridas en los niños son pequeñas y cosméticas, pero con las nuevas técnicas de cirugía laparoscópica el tratamiento de las hernias inguinales es sencillo, seguro y, prácticamente, no queda cicatriz.
¿Necesita algún cuidado especial luego de la cirugía? Los niños se recuperan rápido. Dos horas después de la intervención quirúrgica pueden tomar líquidos y si toleran los alimentos comer normalmente. Se le prescribirá analgésicos por tres días posteriores a la cirugía. El pequeño puede caminar sin dificultad luego de la cirugía y el especialista le sugerirá un reposo por cuatro días; sin embargo, debe evitar ejercicios físicos por 30 días.
¿Las hernias parecen nuevamente después de la operación? Una vez que la hernia está cerrada, es poco probable que vuelva a aparecer. No obstante, el riesgo de recurrencia es mayor en los pacientes que desarrollan una infección en la herida posterior a la cirugía.