Artículo escrito por la Dra. Tannia Llerena, Oftalmóloga del Hospital de los Valles.
El especialista evaluará si el paciente requiere tratamiento con medicamentos o el niño debe ser intervenido quirúrgicamente. La función del sistema lagrimal es lubricar, proveer de oxígeno y cumplir con una labor antibacteriana para proteger al ojo. El drenaje o salida de las lágrimas se efectúa a través de dos conductos, denominados puntos lagrimales, uno en cada párpado superior e inferior. Desde estos conductos, las lágrimas entran en unos tubos denominados conductillos, ubicados en la comisura interna de los párpados. Desde allí, las lágrimas ingresan en el saco lagrimal, una bolsita que se encuentra cerca de la comisura interna de los párpados (entre los ojos y la nariz). Las lágrimas descienden desde el saco lagrimal por el conducto nasolagrimal, que drena el líquido en la parte posterior de la nariz. Por eso, casi siempre tenemos secreción nasal cuando lloramos; los ojos están produciendo un exceso de lágrimas, y a la nariz no le da tiempo a drenar tanto líquido.
Cada vez que parpadeamos, el movimiento hace que los sacos lagrimales se compriman, lo que favorece la salida de las lágrimas que contienen en su interior hacia el conducto nasolagrimal. Normalmente, la canalización del conducto se completa durante el octavo mes de gestación, pero puede ocurrir durante los primeros días de vida. Muchos bebés nacen sin tener el conducto nasolagrimal completamente desarrollado. Esto se denomina obstrucción congénita del conducto nasolagrimal o dacriostenosis, lo que provocará que no drenen las lágrimas adecuadamente. Esta obstrucción del conducto nasolagrimal puede estar presente desde el nacimiento, haciendo que la lágrima en lugar de drenar hacia la cavidad nasal, se acumule hasta derramarse por las mejillas; esto ocurre, incluso, cuando el bebé no llora. Cuanto antes se diagnostique esta afección, menos probabilidades habrá de que se desarrollen infecciones y que sea necesaria una intervención quirúrgica.
Síntomas
- La dacrioestenosis se caracteriza por lagrimeo
constante (epífora), que inicia entre el nacimiento y
los 12 días de vida, a pesar de que el pequeño no
esté llorando. - Incremento del meñisco lagrimal.
- Inflamación, dolor, edema e hipersensibilidad
en el área del saco lagrimal. - Reflujo de material mucopurulento por el punto
lagrimal, que es la causa de párpados y pestañas
pegadas al despertar. - Dermatitis debido al contacto constante con la
lágrima. - Conjuntivitis a repetición.